journey to Oneness...
¿Qué tiene el yoga para aportar en una jornada de prevención del consumo?
Una forma diferente de habitar la prevención: desde el cuerpo, desde la presencia, desde la conciencia. En este texto reflexiono sobre cómo la conexión interna, la autorregulación somática y la vivencia de un cuerpo seguro pueden convertirse en claves profundas de prevención. Una invitación a leer con el cuerpo, y a recordar que el primer espacio seguro es uno mismo.
Camila Cárdenas
6/26/20253 min leer


El espacio de hoy fue un gran recordatorio sobre lo verdaderamente importante en un jornada de prevención de consumo: aprender a respirar, aprender a sentir, apender a reconocernos entre nosotros, a apoyarnos en nuestros pies y en los brazos de otro, que al igual que nosotros, también necesita sostén. Solo necesitamos un círculo de colchonetas para delimitar nuestro espacio seguro. Las personas que quisieron participar cruzaron las colchonetas y lo hicieron sin darse cuenta. Luego llevamos la conciencia a ese gesto: cruzar ese límite nos estaba comprometiendo y cuidando. Lo que iba a pasar adentro era el lugar en el que habíamos elegido estar; esa conciencia nos ayudó a construir un espacio seguro y de contención.
Entonces surgió la primera pregunta ¿realmente quiero estar acá? ¿Realmente quieres, tú, como lector, estar acá? Si la respuesta es sí, quédate, cruza también el límite de las colchonetas y comprométete con tu elección, es decir, vive esta lectura presente y en ti. Mientras vas leyendo, ve preguntándote qué va pasando en tu cuerpo, ahora que eliges estar acá y no en otro lugar, quédate.
De la jornada me queda un calor en el cuerpo, el calor de cuando el fuego está prendido y todos estamos alrededor, solo mirándolo. La sensación nace de haber construido un espacio de prevención de consumo de sustancias en el que el llamado fue claro: habitar nuestros cuerpo como cuerpos seguros.
Cuántas veces recibí en el colegio jornadas de prevención de consumo que nos daban datos, información, estadísticas, incluso en la carrera de psicología yo misma en alguna práctica tuve que diseñarlas. Siguiendo una línea psicoeducativa, nunca logré generar un sentido de mayor conexión. Ni yo misma, al darlas, me sentía conectada.
Hoy varios años más adelante, al prepararla me pregunté, ¿qué quiero dejar?, ¿qué quiero que otros profesionales de la salud se lleven para sus acompañamientos? Y me respondí: habitarnos como cuerpos seguros. Esto implicaba generar una experiencia que no fuera solo racional, sino que pudiera generar conexión, integrando el cuerpo y la mente en unión. Pero, ¿qué es un cuerpo seguro? Un cuerpo seguro lo es en lo placentero y en lo displacentero. Es un cuerpo presente, que se observa, se siente, se da cuenta de lo que cambia y se ajusta a las nuevas necesidades. En un cuerpo seguro habitan los lugares tensos y los relajados, la comodidad y la incomodidad. Es el paisaje entero con todos sus matices, contornos, temperaturas y texturas. Nada es bueno o malo: todo es flujo en constante cambio. Con conciencia, nos damos cuenta del cambio y podemos entonces ser más libres frente a lo que nos pasa y a lo que elegimos hacer frente a eso que nos pasa.
También elegí llevar a la vivencia el tema de la autorregulación. Imposible salir de una formación en Experiencia Somática y no traer la voz de Peter Levine. El ciervo, perseguido por un león, primero lucha. Si no puede, huye. Y si tampoco puede, se congela. Luego, cuando ya está a salvo, se sacude… y sigue la vida, sin rastros de trauma.
Nosotros, en cambio, con una corteza cerebral tan evolucionada, pensamos antes de hacer lo que el cuerpo necesita y luego nos traumamos, nos traumamos hasta los 80 porque "¿cómo nos vamos a sacudir, cómo vamos a temblar, cómo seres tan racionales vamos a ser tan animales?". Pero es ahí, justamente donde está la cura, volver a activar las memorias del cuerpo nos permite sanar el trauma.
Volvemos al tema de la prevención del consumo. Desde niños, en el colegio, nos enseñan a que lo correcto es la voz de la autoridad. Y así, aunque mi cuerpo sienta algo distinto, aprendo a ignorarlo y a obedecer. Aprendemos a buscar reguladores externos que se vuelven, en algunos casos, drogas, comportamientos adictivos, relaciones dependientes.
Tal vez sea momento de que tomes una respiración profunda y sientas qué te pasa con esto que estás leyendo.
En la jornada también nos movimos. Le dimos espacio al cuerpo, a la observación del movimiento, a las sensaciones internas que nacían del movimiento. Yo misma recordé cuán profundo es el movimiento y cuan lejos está el yoga de ser una práctica solo de asanas(Posturas). El verdadero desafío es hacer cualquier movimiento y traer a la conciencia la experiencia de ese movimiento: la EXPERIENCIA INTERNA. Eso puede ahorrarnos muchos consumos: saber cuál es la experiencia interna de cada instante sucediendo adentro.
Recuerdo a Efu Nyaki, a quien tengo por maestra en la formación de Experiencia Somática para acompañar trauma. Su pregunta, tan sencilla como radical: -¿que sientes en tu cuerpo?-.
Observar cómo nos sostenemos a nosotros mismas y observar en qué lugares cargamos peso de más, nos dá la posibilidad de descargalo, y restablecer el equilibrio, el descanso, la pausa, el permiso. Y ese, tal vez, es el mayor acto de prevención.
Actividad realizada en el municipio de Chía en una jornada de prevención del consumo.
Gracias a la alcaldía de Chía y a Santiago Jamaica por invitarme a ser parte de esta jornada!
Camila