Escuchar la voz

Sueño con un lugar en donde nuestra humanidad tenga un lugar seguro para aterrizar cuando el vuelo se cubre de tormentas y nubes o cuando simplemente necesitamos recordar que podemos parar a respirar.

Camila Cardenas

2/2/20253 min leer

"Algunas veces cuando me pierdo, necesito acudir a la brújula que dibujé en ese tiempo de silencio. Está naciendo ese lugar al que podremos ir siempre que la brújula se olvide del norte."

Siguiendo la voz.

Podríamos decir que mi vida estaba escrita. Nacida de un padre académico y de una madre educadora, el futuro se aseguraba ya pintado. Se me exigiría entonces escribir un artículo de tanto en tanto citando a otros que citan a otros y obligaría a estudiantes a hacer lo mismo. Ni ellos ni yo aprenderíamos nunca a seguir nuestra voz, aunque ellos y yo contaríamos entonces con cierta seguridad. Bien sabemos lo que significa un sueldo fijo, un trabajo asegurado, un lugar en el mundo, yo los rechacé en aras de mi libertad y de mi independencia; preferí y sigo prefiriendo encontrar mis propios lugares en el mundo. Era suficiente olisquear la academia por donde mis padres me la dejaban ver, era suficiente para darme cuenta que amo la educación y para comprender que el acto de compartir un saber, una experiencia, una filosofía de vida es también un acto educativo. Tuve que romper con una expectativa, que significaba andar por lo desconocido, por un destino sin lugar de llegada.

Parece que puedo bancarme la ansiedad que implica no saber cuáles serán los lugares de llegada y por eso puedo acompañar personas con la incertidumbre total que implica la vida en la ausencia constante de puertos. Fue así como me hice terapeuta y después profesora de yoga, fue así como me fui a la India y empecé a soñar con crear un espacio para cuidarnos. ¿Por qué no hay centros de cuidado que no se nombren psiquiátricos?, ¿por qué solo existen esos que atienden las crisis más funestas que nacen de las soledades más funestas? ¿Por qué no existen lugares para acogernos antes de rompernos o incluso cuando nos rompemos? Sueño con un espacio para contrarrestar la dureza del mundo con la suavidad de una comunidad. Ya son 8 años acompañando procesos en terapia y este último año se llenó de muchas historias y búsquedas de viajeros tratando de entender mejor el misterio de la vida. Muchos de ellos, incluyéndome, solo necesitábamos sabernos sostenidos. Cuando encontrábamos un momentáneo lugar seguro, reposábamos en la humanidad en la que siempre compartimos los mismos miedos.

Empecé a dibujar casas, árboles, montañas, lo que hoy ya puedo nombrar pero que en ese entonces era un dibujo que a penas podía poner en palabras. Quiero hacer un refugio, una guarida para atravesar juntos la vida. Claro, cuando nacen las ideas a miles de kilómetros del lugar donde se aterrizará la idea, lo que sientes es que seguramente nace, como si tuvieras una receta y que basta con comprar la harina suficiente para hacerla nacer. Hoy, trabajando en darle nacimiento a la idea ya no se siente así, se siente como un parto que por momentos se llena de miedos y dudas, en otros momentos se llena de alegría y esperanza, en otros más se acompaña de esas amigas que saben que un parto necesita nutrirse de amor.

La idea es grande y yo ya estoy acostumbrada a que me digan que estoy loca o que mis planes son ambiciosos. Me voy a la India, me quedé un año, “estás loca”. Estoy ofreciendo retiros en Bali y en los Himalayas, “qué sueños pretensiosos”, “estás más loca”. No puedo no estarlo con una madre que cree en las utopías y que me ha hecho creer en ellas.

Sintiendo el proceso del embarazo lo que está naciendo son espacios de Inmersión de cuidado: antes del born out o en el medio, durante las tristezas, durante las preguntas. Es un espacio para acompañarnos en la vida. Puede ser un fin de semana de tres días o un espacio pensado como un proceso más largo que realmente dé seguimiento al grupo y se constituya como comunidad de cuidado. Lo que comparto ahora es lo que nace de este proceso que se está tejiendo con otros psicólogos humanistas existenciales que coinciden en que la salud mental es en realidad una salud total que incluye la salud de las relaciones, del cuerpo, de las emociones, del espíritu y con el planeta. Nace así esta propuesta de inmersión de cuidado en la que nuestra humanidad tenga un lugar seguro para aterrizar cuando el vuelo se cubre de tormentas y nubes o cuando simplemente necesitamos recordar que podemos parar a respirar.

Empecé hablando de mi voz, de la que sabe escucharse, a pesar de que en su momento significó lugares desconocidos y rumbos inciertos y hoy sigue llevándome a esos mismos lugares. Hoy nace un espacio en el que lo que busco no es enseñar a citar textos de otros sino a conectar con la propia voz que cuando la escuchamos ríe contenta y quiere seguir cantando y no parar de bailar. Estoy segura que es de escuchar nuestra voz, de donde nace un amor profundo hacia la vida.