journey to Oneness...
Construir comunidad
Compartimos lo que ha sido el proceso de construcción de la comunidad de cuidado y el profundo anhelo de construir paradigmas de salud que realmente le den cobijo a la totalidad de nuestro ser en nuestras dimensiones física, social, emocional y espiritual.
Camila Cardenas Cuellar
4/4/20253 min leer


Cuando nació por primera vez la idea de la comunidad de cuidado no sabíamos bien a dónde nos llevaría la idea. Sí teníamos claros malestares sociales que desde siempre hemos tomado como motores para seguir trabajando y construyendo. El paradigma actual de salud no resuelve estos malestares, al contrario, debilita en vez de fortalecer. ¿Cómo debilita? Al estar basado en una idea de salud completamente fragmentada, el ser humano recibe un tratamiento que lo fragmenta más y más quitándole total responsabilidad sobre su salud. Se basa en continuar una dualidad en la que la mente está separada del cuerpo y del entorno y en la que los síntomas buscan localizarse en una parte específica. Al hacerlo, el organismo se aisla por completo del resto del sistema.
Muchos factores mantienen la separación, uno de ellos es la formación que recibimos como profesionales. En las ramas de la medicina y la salud somos formados para atender el síntoma sin ayudar al paciente a encontrar cuál es la relación que tiene el todo con el todo. Es así como un día tuvimos un simple pero significativo despertar, nos dimos cuenta de un detalle del lenguaje, un detalle en el que nosotras también caíamos. A pesar de la certeza de estar trabajando desde una abordaje integral, nombrábamos lo que hacíamos localizándolo en el ámbito de la salud mental, separando lo psicológico y emocional de la salud física y la experiencia corporal.
Históricamente cuando recien se estaban inventando los antibióticos, las vacunas, entre otros, la salud física era el centro de la incógnita pues era la principal causa de mortalidad. Existían las familias grandes y la vida comunitaria, lo mental no estaba aún en el foco y se morían entre los 30 y 40 años. En ese entonces no habían aparecido las grandes industrias y jornadas con trabajos mecánicos de más de 8 horas, fue entonces cuando empezaron a reconocerse síntomas mentales, cuando los lazos comunitarios se vieron debilitados y suplir las necesidades correspondía a lo que habilitaba el supervisor. Estaba emergiendo la salud mental en el marco de este contexto industrializado. Responder al sistema nos fue desconectando de nuestra naturaleza y de las necesidades de nuestro organismo como totalidad.
Hoy algunos siglos adelante, nos queda corto el término, si no construimos paradigmas integrales que reconozcan que el cuerpo y la mente son una unidad total, vamos a seguir enfermos. No estamos haciendo nada si los niños y los adolescentes son medicados cada vez más temprano, si las enfermedades crónicas son tratadas sin admitir las repercusiones del estrés, el estilo de vida, las relaciones. No estamos haciendo nada si no construimos posibilidades. Las posibilidades no las va a crear ni el médico ni el sistema farmacéutico, ellos muy rara vez, salvo si tienen detrás una mirada más amplia, hablan de la alimentación, los hábitos o dan opciones. Pero queremos hacer algo y tenemos la confianza de que todo empieza por imaginar nuevas formas, impulsando nuestros pasos por utopías que construimos mientras creemos y creamos.
En el fondo de la idea de empezar a construir una comunidad de cuidado también fueron importantes dos pérdidas de consultantes jóvenes, ambas con largos procesos terapéuticos encima, a pesar del trabajo personal y la minuciosa revisión en la que estuvieron, las enfermedas llegaron y se las llevaron. En honor a ellas hoy abrimos esta comunidad como un espacio para recordarnos que no estamos solas, que el aislamiento que construye el sistema no es lo que necesitamos y que al contrario, necesitamos de otros.
En el lanzamiento de la comunidad de cuidado pudimos reconocer lugares comunes que frecuentemente olvidamos conjuntos, convergencia de sensibilidades, búsquedas comunes, preguntas del cuerpo que desde la salud convencional no se responden. Una profunda necesidad de ser eschuchadas, de encontrar espacios de contención en el que se habilite la autenticidad y podamos descansar en que no vamos a ser juzgadas. Nos encontramos con un sentimiento común, la soledad y con una pregunta, ¿qué es es cuidarnos? ¿cómo se hace?, lejos de la lista de tips, ¿cómo es darle espacio a la escucha de las necesidades propias y colectivas?
También aparecieron necesidades muy claras sobre lo que necesitamos de una comunidad, necesitamos espacios que nos devuelvan la esperanza, necesitamos escucha, movimiento, contacto físico, validación emocional, necesitamos presencia, constancia, encontrarnos, necesitamos naturaleza y respirar juntos. También apareció un deseo de risa, gozo, juego y disfrute.
Hace un año escribíamos: hemos decidido abrir un espacio que busca aprender a gestionar la salud de manera colectiva y autogestiva, de manera integral y en comunidad y hoy ya llevamos dos conversatorios, un encuentro de lanzamiento y la propuesta de empezar a reunirnos una vez al mes. Siento una profunda gratitud. Cuando surgió la idea pensé que era otros se iban a nutrir de la comunidad. Ya viendo cómo la idea toma forma y convoca personas, me nutro profundamente al sentir que todos queremos encontrar espacios de cuidado en comunidad, la comunidad de cuidado me está dando mucho más de lo que pensé.